La metodología de trabajo del C.A.D.I.G. ofrece la posibilidad de atender las necesidades de apoyo individuales de cada persona con discapacidad intelectual, mediante la realización de un plan personalizado de apoyos, aplicando lo cuatro pilares fundamentales y vertebradores de trabajo: “Paradigma de los Apoyos”, “Planificación Centrada en la Persona”, “Calidad de Vida” y “Apoyo Conductual Positivo”.
Estos componentes están fuertemente relacionados entre sí y conforman un conjunto coherente; tanto el Paradigma de Apoyos como el Apoyo Conductual Positivo deben articularse mediante una planificación individualizada capaz de determinar qué apoyos necesita la persona para alcanzar las metas u objetivos que desea, y esto sólo es posible mediante una planificación que gire en torno a la persona, a sus necesidades, a sus deseos y a sus preferencias, es decir, mediante una Planificación Centrada en la Persona; teniendo como última finalidad, mejorar la Calidad de Vida.
El centro, como ya se ha mencionado, se encuentra dentro del modelo calidad de vida, y esto implica pasar de un sistema centrado en los profesionales a otro que tenga en cuenta a la persona y a sus familiares en la planificación de objetivos de trabajo, entender la comunidad como el contexto de una vida de calidad.
Para ello se requiere de una intervención interdisciplinar y de la necesidad de un trabajo en equipo para planificar acciones desde una perspectiva holística.
Este método de trabajo trata de poner a la persona en el centro de las actuaciones, contribuir a que tenga un proyecto de vida elegido y proporcionar apoyos personalizados, para que puedan alcanzar metas personales y, por ende, mejorar así su bienestar personal, permitiendo alcanzar metas personales y que mejoren así su satisfacción y bienestar personal.
Dado que las personas se desenvuelven en diferentes contextos, es necesario evaluar todos y cada uno de ellos, creando una interrelación entre ellos, con el objetivo de que, a través de la prestación de apoyos en las diferentes áreas de la vida, la persona consiga mejorar su grado de independencia, su nivel relacional, su nivel de participación en la comunidad y su bienestar personal.
Por tanto, se habla de un proceso continuo de escucha y de aprendizaje orientado a conocer lo que es importante para la persona. Es un proceso de carácter colectivo, en el que participan tanto la propia persona con discapacidad como todas las personas que mantienen un fuerte vínculo con ella.
En definitiva, es un proceso que centra la atención en crear y apoyar contextos que incrementen la calidad de vida (desarrollo personal, salud, social, familiar, ocio y tiempo libre, etc.).